jueves, 29 de abril de 2010

A veces ganar no te da sabor a triunfo



Empezaré con una frase que grabo mi mente: " A veces cuando ganas pierdes... y cuando Pierdes ganas". Más allá de los sueños.

Es común querer tener éxito, sentir que se ha llevado una bandera hasta lo más alto, sentirse como Jaime Viñals al final del Everest, no esta tan lejos, empezando por escalar esa pequeña cima, esos pequeños sueños que estas acumulando debajo de la almohada, porque hay inquietudes quedando pendientes, porque sentimos que el tiempo se va de las manos, atadas al paso del tiempo, con ceguera enorme.
El bombardeo de noticias, madres deseando tener la visita en la carcel con sus hijos, hijos que no respondieron bien a esas madres a su debido tiempo, verlos crecer no es ganar, no te da el sabor a triunfo.
En medios como este atravieza mucha información como una carta que leí de una madre cuyo hijo habia sido asesinado, dirigida a otra madre de un hijo marero, no saben lo que me conmovio sin ver imagenes.
No tengo hijos aún, he visto muchos casos en los que el marido anda borracho por una tienda cantina tirado, la mamá manda al hijo de 7 u 8 años, con palabras " Ve ha traer a ese bueno para nada de tu padre", ¿Cuál es el ejemplo a seguir?, al niño ya lo conocen en la cantina, es triste si se repite el ciclo y no se rompe.
Otro episodio, el niño llorando, la mamá jaloneando, no debes de llorar tu eres un hombre, los hombres no lloran, ayudeme con tu hermanito.
Llegá el niño de estudiar mamá tratando de entender su situación sin nada que darles,el niño con su cara sucia, el uniforme roto, ¿Qué paso? tuve una pelea con los niños de mi clase, porque hablan de mi papá, que ya parece un pordiosero.
Esta madre que no tiene nada, realmente, lo perdio todo hasta la dignidad, decide un día salir de todo eso, y aunque pareciera que lo perdio, tambien gano, hijo saldremos adelante, lo saca del ciclo y se lo lleva a otra vida, sigue estudiando, se gradua de maestro y luego de visitador, su hermano estudia actualmente derecho, su historia se queda en mi mente.
Lo deje de ver cuando tenía 8 era mi primo y el borracho en la cantina era mi tío, pero el no le guarda rencor, el también lo dejó de ver a esa edad, lo triste que atravezo mi primo fue el de llegar a visitarlo a la farmacia y llegar a ofrecerle medicina y decirle no me reconoces, "Soy tu hijo".
Ahora me cuenta que es muy feliz con su mamá y su abuela, nos chocamos por cosas del destino, yo lo quiero mucho, mi tío no ha cambiado, pero la vida de el cambio desde ese instante en que ella se marchó.